27 Jun Atrapado en Bangkok
¿Les ha pasado que planean un viaje y por un detalle todo se cae? A mi sí, y así se frustró mi aventura “Eat, Pray, Love” en Bangkok… Me vi forzado a cambiar el bañar elefantes por dormir en el aeropuerto, y el probar sabores exóticos por comer hamburguesas de food court.
Pero siempre he creído que de todo se aprende, así que además de compartir en este post el video en el que relato mi experiencia. Quiero abrirme un poco y puntualizar algunas cosas en las que tuve tiempo de pensar, porque les aseguro que tuve tiempo para pensar.
Que los planes cambien también es una señal. Muchas veces hacemos viajes en busca de respuestas y el no tenerlas también es una de ellas. Algo confuso, pero así es la vida.
Una sonrisa es el mejor idioma. Cuando no entendés ni una sola palabra, tenés dos opciones: enojarte o sonreír. Les aseguro que la segunda hará que todo se torne más amable.
Fiel a la esencia. Muchas veces hacemos viajes largos para conocernos y ser felices. Esto es una tontería, solo es necesario volver a nuestras raíces.
Las cosas suceden por algo. De verdad, no te lamentés por lo que no sucede, enfócate en disfrutar lo que sí. Bueno o malo, de todo se aprende.
No vale la pena llorar. Cuando lloramos liberamos estrés y está bien, pero esto no va a cambiar nada. Así que en lugar de llorar, permitite sentir el momento.
Siempre habrán más oportunidades. Muchas veces nos molestamos pensando el por qué no funcionó, sin percatarnos que quizás estamos en un momento equivocado. Creo que lo que es para uno es para uno, y cuando tratamos de adelantarnos, la vida nos detiene.
Y creo que lo principal es el hecho de tener una actitud positiva, reírse de la vida y saber que todo responde a algo, por lo que lo único que podemos hacer es permitirnos vivir, sentir, aprender y disfrutar. De no ser así, en lugar de hacer este post, estaría tratando de bloquear la experiencia, privando a todos de estos aprendizajes… ¡Así que espero los disfruten!